V – Pliegos Españoles

Catalanes

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LOS PLIEGOS DE SOLDADOS CATALANES

Frente a la variada iconografía militar española del XVII y XVIII el pliego de soldados se va a diferenciar fundamentalmente en dos aspectos. Uno que representa o está ligado a intereses populares que no tienen nada que ver con el carácter nobiliario o elitista del grabado y la pintura militar que, además solía representar unidades, uniformes o acontecimientos directamente relacionados con la nobleza, la casa real o mercenarios foráneos como valones, irlandeses, suizos o alemanes.

Además cuando la tropa era española, normalmente estaba en su mayoría formada por presidiarios y marginados de manera que difícilmente se podía establecer un proceso de identificación emocional positivo entre las gentes del pueblo y los ejércitos. Era un ejército “amortizado” totalmente por los intereses del Rey y los sistemas de control poblacional de la sociedad estamental española.

Esta situación pudo ser más patente en Cataluña en donde desde la guerra de Sucesión, la nobleza catalana habría experimentado un fuerte proceso de castellanización de manera que a su distanciamiento generalizado en todo el país de las clases más humildes, se añadiría aquí, la de burgueses y menestrales.

El segundo, estaría marcado por el modelo o la técnica de impresión. Mientras que aparte la pintura, los grabados del setecientos y anteriores eran confeccionados al acero (el llamado grabado culto) y por lo tanto costosos, el pliego de soldados al que nos referimos lo va a ser preferentemente en madera o en muy pocos casos en talla dulce (cobre) propiciando un menor coste y por lo tanto posibilidades de oferta y demanda popular.

 Simplificando nuestro análisis, el momento socio/político que establecería un corte en este panorama lo daría la guerra del Rosellón (1793-1795) y, además, singularmente en Cataluña, en donde los historiadores apuntan su potente protagonismo en esta contienda en la que la Corona dejaría que todo el esfuerzo de guerra, humano y material, fuese sostenido por los propios catalanes. Esfuerzo que llevaría consigo la formación de numerosas unidades militares locales que determinarían fuertes lazos de identificación popular entre la población, difícil de encontrar en la sociedad estamental española.

Es púes, en este clima emocional cómo, en Cataluña, comenzaría la afición entre grandes y pequeños por los pliegos de soldados o fulls de rengle como nos recordasen  Amades, Colominas y Vila (1936) rememorando comentarios de Apel-les Mestres (1901).

Por supuesto que aparte los fulls de soldats existió desde el XVII en Cataluña una estampería popular de carácter civil, que se solapaba con la de motivación piadosa o religiosa. En esta estampería laica tendrían una especial relevancia la impresión de naipes más algunas auques (aleluyas), y la ornamentación de cajas de relojes que, como en Francia, habría que considerar como piezas pioneras en la técnica de la estampación de pliegos de soldados. En esta tradición estampera catalana habría que citar ya desde el XVII, a la saga de la familia de los Abadal originarios del pueblecito de Moià en la comarca barcelonesa del Bages que, aunque dedicados a impresión de libros, fueron inicialmente drogueros. Los imagineros o estampadores propiamente dichos parece que fueron personajes anónimos y ocasionales cuyo oficio básico o aprendizaje pudo ser  la estampación de telas (indianas). En líneas generales los impresores de fulls de rengle catalanes como Ignasi Estivill, Pau Piferrer, Antonio Bosch o Joan Llorens fueron  únicamente “llibreters” e incluso estos dos últimos como apuntara Amades (1938) eran tan solo expendedores de objetos de escritorio y papel, utilizando según el momento diversos talleres tipográficos como los de Narciso Ramírez en el caso de Antonio Bosch.

Los primeros impresores catalanes dedicados al pliego de soldados fueron Joan Francesc Piferrer (1788-1828) Ignasi Estivill i Cabot (1816-1854) y Pere Simó, a los que habría que añadir otros menos conocidos como Grau, Doménech Novel o Josep Solà. Todos ellos representan la etapa artesanal de la estampería popular con pliegos xilografiados y coloreados al “bac” según la técnica utilizada para el estampado de las telas de algodón. Aunque los Abadal representaron una saga estampera más antigua que hunde sus raíces en el XVII, su descendiente Joan Abadal, no iniciarían la producción de fulls de rengle hasta mediados de la década de los 50, unos años antes de que en 1862 se estableciese en el nº 32 de la calle Tapinería de Barcelona e imprimiendo pliegos de soldados hasta aproximadamente 1873.

La actividad estampera de Antoni Bosch sería algo más antigua que la de Abadal, alrededor de 1850, siendo de alguna manera el heredero de la tradición artesanal representada por Estivill, Simó y Piferrer habiendo trabajado como “prensista” en la casa Piferrer y estableciéndose por su cuenta alrededor de 1848 según Amades, Colominas y Vila (1931).

No obstante, los primeros pliegos de soldados en hileras estampados en Cataluña probablemente se debieron a impresores y artesanos desconocidos siendo con toda seguridad anteriores a 1800 como lo atestigua algún documento inventarial recogido por Amades, Colominas y Vila (1931, 1936) referido a la “botiga” de un librero de Barcelona llamado Francesc Solà en donde se mencionan entre otras estampas “19 mans de soldats sense pintar y 14 mans de pintats”.

La etapa artesanal y realmente característica de los pliegos de soldados catalanes con su coloreado al “bac” se acabaría alrededor de la mediana del siglo con el fallecimiento de Pere Simó y Estivill i Cabot (al que le sucedería su hijo Cabot i Coll) y la aparición en escena de Joan Abadal, Antoni Bosch y Joan Llorens, que junto a Faustí Paluzie inauguran procedimientos de estampación litográficos con coloreado a la trepa que, aproximádamente desde 1878, iría incorporando la cromolitografía.

El inventario documental de la primera época de los pliegos de soldados catalanes, aunque escaso, se encuentra en los archivos del Museo Histórico Municipal de Barcelona.

En líneas generales y descontando los pliegos de soldados o restos de pliegos anónimos, parece que los pliegos más numerosos conocidos, alrededor de 90, serían de Pere Simó. Los inventariados por Amades de los Estivill no llegarían a 40 pliegos y los de Piferrer estarían por los 20.

De los estamperos posteriores como Joan Abadal, tendríamos solamente un listado de 13 pliegos impresos entre 1854 y 1860.

De Antoni Bosch, alrededor de 50 pliegos impresos entre 1859 y 1875.

De la firma Joan Llorens tenemos inventariados únicamente 7 pliegos de los años anteriores o cercanos a 1860 y alrededor de 40 de una segunda época de la casa Llorens que gira alrededor de la Septembrina y los primeros años de la Restauración solapándose con los primeros pliegos de Paluzie

LA ESTAMPERÍA PALUZIE

Sin ninguna duda, esta editorial barcelonesa constituye la firma más representativa y conocida de la estampería popular catalana desde el último tercio del XIX hasta los primeros años de la II República. Aunque el fundador de la firma fuera Esteban Paluzie i Cantalozella (1806-1873) realmente el promotor de los pliegos de soldados y otras láminas recortables como teatros, “pantines” y construcciones, sería su hijo Faustino Paluzie i Tallé (1833-1901) cuando se encarga del negocio editorial a la muerte de D. Esteban.

Nosotros pensamos que la fecha inicial de esta nueva actividad podría situarse hacia 1872. Esta primera etapa caracterizada por el coloreado a la “trepa” pudo durar más o menos hasta 1878. A partir de aquí, el coloreado será cromolitográfico durando hasta 1902-1903. Para todos estos años los pliegos llevarán la indicación en la parte superior izquierda “BARCELONA LIT. de PALUZIE – DIPUTACIÓN 421.

Desde 1902 hasta 1926-1927 con los nuevos herederos de D. Faustino aparecerá en los pliegos el rótulo “HIJOS DE PALUZIE” desapareciendo la referencia a la calle Diputación 421.

A partir de 1927 y probablemente hasta 1931, toda la producción de pliegos recortables pasa a presentar como referencia “IMPRENTA ELZEVIRIANA Y LIBRERÍA CAMÍ. S. A. CALLE  JOAQUÍN COSTA, 64 BARCELONA.

Aparte otros datos, nuestra opinión referida a 1931 como fecha en que se acaba la producción de pliegos de soldados por Paluzie, se deduciría de la ausencia de unidades militares españolas con casco de acero. El casco español – modelo Trubia –  conocido por las siglas M-26 en sus dos versiones, “sin ala y con ala” aunque en principio fuese aprobado por una R.O. en 1930, no estuvo realmente disponible hasta más tarde apareciendo por primera vez en público en Madrid  con motivo del desfile conmemorativo del primer aniversario de la República el 14 de abril de 1932. Precisamente este modelo de casco sería por el contrario intensamente reproducido en los pliegos de Hernando y La Tijera.

Si en casi toda España hablar de pliegos de soldados – para la gente mayor de 50 años –  supone mencionar a La Tijera, en Cataluña será Paluzie, la palabra que salte como un resorte espontáneo. Es más, posiblemente la firma Paluzie represente en nuestro país, o pueda ser considerada cercana a marcas europeas de recortables como Pellerin (Epinal) en Francia, Stella (Milán) en Italia o Schreiber (Esslingen) en Alemania. La diferencia residiría en la poca atención que Paluzie dedicaría a la estampación – al igual que la milanesa Stella –  de pliegos de construcciones y estampas civiles al modo de Pellerin y los bilderbogen o neuruppiner alemanes.

En cuanto a los pliegos de soldados, el número de láminas diferentes por cada una de estas tres etapas se puede considerar superior a la de cualquier otra firma española dedicada a esta actividad. No obstante, y en especial a la etapa que va desde 1872-73 hasta 1878, e incluso desde 1878 hasta 1902, esto es, en los pliegos rotulados con la indicación “Diputación 421” el inventario final estaría aún por realizar.

Para la etapa de “Hijos de Paluzie” contamos con algunos catálogos como el de 1915 que nos darían un total de 186 pliegos diferentes de temática militar incluidos 5 grandes cartelones en los que se reproducen a tamaño natural 4 modelos de soldados y una cantinera. Frente a este número de pliegos de soldados los dedicados estrictamente a construcciones civiles fueron tan solo 19.

LOS PLIEGOS MADRILEÑOS

Madrileños

Madrileños

La producción de pliegos de recortables en Madrid tanto de temática militar como civil, será sensiblemente posterior a la barcelonesa. Según la información que poseemos en la actualidad, su iniciador sería además un impresor catalán José María Marés Roca que se establecería en Madrid entre 1842 y 1844.

Probablemente inició la estampación de pliegos populares hacia 1850 con tiradas exclusivamente de aleluyas con motivos y planchas originarias de estamperos barceloneses como Antoni Bosch para continuar posteriormente, con pliegos de soldados y de temática civil en donde pudieron existir algunas impresiones de teatros y personajes para los mismos.

Nosotros tenemos catalogados un pliego titulado “Escala de la vida” fechado en 1857 y otro de soldados “Ingenieros zapadores de gala y en campaña” de 1860. Ambos con la referencia “Imprenta de José María Marés, plazuela de la Cebada, 96”.

Atribuimos también a Marés una serie de pliegos de soldados posteriores que aparecen con la signatura “Despacho de aleluyas y romances, Tabernillas, 2” que consideramos estampados entre 1870 y 1872 en una época en que parte del fondo editorial de Marés se traspasaría a Manuel Minuesa.

De este impresor sería un interesante conjunto de pliegos impresos entre 1872 y 1875 de los cuales hemos podido inventariar apenas una decena reseñada en la 2ª edición de nuestro libro: “ El recortable militar español” (Madrid, 2008).

Desde 1875 hasta 1915-1920 en que aparecen los primeros pliegos de soldados de la Editorial Hernando no tenemos constancia de que se imprimiesen en Madrid este tipo de láminas. El hueco lo cubrirían las estamperías catalanas y muy especialmente la casa Paluzie.

Alrededor de 1924 un editor desconocido – probablemente barcelonés –  lanzaría al mercado una serie de recortables de construcciones y soldados con el rótulo “La Tijera” que a partir de 1927 y hasta 1960 pasaría a manos de Don Francisco Atienza Ortega propietario de la papelería madrileña “El arca de Noé” que convertiría a dicha marca en el referente por excelencia del recortable, hasta su completa extinción alrededor de 1962.

Aunque hayamos esgrimido una serie de hipótesis provisionales en relación a los dos vacíos que se observan en la actividad estampera madrileña, el que va desde 1800 hasta finales de 1850 y el segundo entre 1875 y 1920, no hemos podido aún, agarrar con seguridad las claves del asunto pues la teoría de la mayor potencia industrial-editorial catalana nos puede valer para el periodo 1800/1860 pero no para el de 1875/1920 en donde las editoriales madrileñas de los Minuesa, Calleja y Hernando presentaban calidades y cualidades tipográficas y tecnológicas equiparables a las firmas barcelonesas.

© Rafael de Francisco

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